Un exjefe de mantenimiento de carreteras, que trabajó en puertos de montaña de la A-6, confirma la utilidad de las luminarias. Asegura que el calor que irradian las lámparas instaladas en El Manzanal de León y en el Padornelo de Zamora disipa la nubosidad
Manuel Fuente, fue camionero 40 años que sostiene que optaba por “ir por tramos iluminados”. AMA
Transportistas y exjefes de conservación de viales creen que la mera instalación de una hilera con numerosas farolas en O Fiouco de la Autovía del Cantábrico (A-8) y en el de la Xesta de la N-634 combatiría en gran medida el problema de la persistente niebla, que obliga a cerrar la Transcantábrica habitualmente. El exjefe de operaciones de mantenimiento de carreteras en puertos de montaña de la A-6 como el del Padornelo en Zamora y el Manzanal de León, Mario García, asegura que en ambas infraestructuras hay hileras de luminarias en tramos de más de 200 metros. “En días de brumas espesas, el calor de las lámparas impide que bajen”, añade.
“En el puerto de La Canda y el Padornelo hay farolas instaladas a lo largo de 500 metros de autovía, a cada medio kilómetro y de unos seis metros de alto cada una, a la salida de los túneles”, matiza el que fuera responsable de mantenimiento en este vial hace poco más de un lustro.
El extécnico de mantenimiento en puertos de montaña, Mario García, cree que si Fomento opta por construir un falso túnel como solución a las nieblas de O Fiouco, “a menos que se instale un ventilador que las mueva, el viento acabará por arrastrar dentro las brumas; tienen que meterle también calor o calefacción a la bóveda”, opina por su experiencia.
García expone además que en muchos sitios de Europa con graves problemas de niebla y hielo en las carreteras, se está empezando a aplicar calefacción en el aglomerado: “Son tuberías de agua caliente que permiten que el suelo sea radiante durante los kilómetros con mayor afección. Para eso, tienen que tener plantas de calefacción próximas a esos puntos kilométricos”.