Somoza, el periodista de Barreiros que apoyó a las desvalidas mujeres emigrantes

Somoza, el periodista de Barreiros que apoyó a las desvalidas mujeres emigrantes

Defendió los derechos femeninos en la prensa cubana y también argentina

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ARQUIVO DA EMIGRACIÓN GALEGA
MARTIN FERNÁNDEZ 

La primera vez que viajé a Argentina, en 1981, unos emigrantes de Burela _Victorina y Eusebio Vispo y sus familiares_ me ofrecieron una cena en la casa que, con zaguán y patio largo, tenían en Palermo Viejo. A los postres, Simón, el yerno de la inolvidable burelesa, se arrancó con un tango: «Galleguita, la divina/ la que a playas argentinas/ vino una tarde de abril/ sin más prenda ni tesoro/ que sus ojos negros, moros,/ y su cuerpito gentil…».

En mi fascinación por el Río de la Plata, me pareció un ejemplo más _y positivo_ de la integración de los gallegos en aquella sociedad. Pero pronto me bajaron del guindo. Era un tango sobre la cruda realidad de mujeres gallegas que, emigrantes e indefensas, se vieron abocadas a la prostitución en playas y lupanares de Buenos Aires.

En Cuba, una copla popular _recogida por Sonia Enjamio en el libro Galicia y lo gallego_ refleja también la lamentable situación de algunas féminas en la isla: «El caballo y la mujer/ se me murieron a un tiempo/ ¡qué mujer ni qué demonio!/ el caballo es lo que siento./ El caballo me costó/ ciento cincuenta doblones/ y la mujer me la dieron/ por tres amonestaciones».

Bastan estas dos pruebas populares para ver que, en la primera emigración gallega, muchas mujeres fueron discriminadas por su género, sufrieron desprotección por parte de las propias sociedades de compatriotas en la diáspora y, en muchos casos, cayeron en la prostitución.

10 % de inmigrantes féminas

En ese tiempo, se calcula que entre el 10% y el 15% del total de inmigrantes fueron muchachas que tuvieron que enfrentarse a grandes problemas para poder sobrevivir en tierras americanas. Trabajaban, sobre todo, en el servicio doméstico, la limpieza o la lavandería, mientras que los hombres lo hacían en el comercio o la agricultura.

A un solidario emigrante y enorme periodista de San Cosme de Barreiros, Juan Ramón Somoza, le cupo el honor de haber sido, en esos primeros años del siglo pasado, la voz que con más ahínco, clarividencia y decisión defendió a la desprotegida mujer emigrante. Eso lo honra, lo singulariza y hace de él un adelantado a su tiempo, tanto respecto a la sociedad como a su profesión, el periodismo.

Entre los numerosos trabajos en que defendió los derechos femeninos en la prensa cubana y argentina, entre 1903 y 1912, destacan los cinco artículos titulados Por la mujer gallega en la revista Galicia; La mujer gallega en La AlboradaLa emigración de la mujer gallega en la bonaerense Aires da miña terra y la cubana El Eco de GaliciaOtra y son… en La Ilustración GallegaLa mujer gallega ¿redimida? en Revista GallegaLas quintas de salud y, entre otros, los dos artículos titulados Triscornia en la revista Galicia en los que describe, con crudeza y alto sentido crítico, el campamento al que llevaban a los inmigrantes cuando llegaban a La Habana y las grandes penalidades que, en él, sufrían las mujeres.

Marginadas por su género y por sus propios paisanos

Somoza abanderó campañas en contra de la discriminación de género y étnica que sufrían las mujeres. Como recoge Enjamio, la periodista Eva Canel aludía en un artículo en el Diario de la Marina a la supuesta culpabilidad de dos gallegas acusadas _y luego exoneradas_ de asesinar a sus respectivos hijos.

Decía: «Lo que pasa en La Habana con un rebaño de mujeres procedentes de Lugo no tiene precedentes. Una docena de gallegas impuras bastan para acarrear el desprestigio sobre todas las criadas españolas que vienen a Cuba. Hay excepciones, sí, pero muy pocas”.

El rechazo de los medios y de Somoza fue unánime. El Eco de Galicia escribió que «(ella) insulta a la mujer gallega con una deshonestidad impropia de su sexo». Y 63 presidentes de sociedades gallegas _representando a 45.000 socios_ exigieron disculpas al diario.

Pero el barreirense se rebeló también contra la marginación que las mujeres sufrían en los propios centros de emigrantes, que no las admitía como socias. En 1903 escribió en Galicia: «Tenemos aquí los gallegos una hermosa casa de salud montada a la altura de las primeras de América… ¿Hay algún inconveniente en que la mujer goce de sus beneficios como goza el hombre?. ¿O acaso la mujer, por el hecho de serlo, no puede figurar en las grandes y cultas Agrupaciones que nosotros, sus hermanos, hemos instituido?».

Y en 1915 iba contra el mismísimo Centro Gallego: «El Centro debiera ejercer esa protección que no ejerce, sino que lo más necesario que ofrece a sus socios, la asistencia sanitaria, le es negada a esa pobre mujer que vive aquí, en lejanas tierras, lejos del natal nido, triste golondrina errante, sin hogar ni consuelos en su desgracia… ¡Menos egoísmo masculino y un poco de piedad para esa hueste femenina injustamente olvidada!».

Debido a su presión reivindicativa y a su compromiso _y al de otros, como Lesta Meis o Mercedes Vieito_ en 1917 se creó Hijas de Galicia de la que fue presidente Antonio Bouso, de Riotorto, y que significó un paso decisivo en la lucha contra la exclusión de la mujer.

Se exilió en Cuba, escribió seis libros y varias semblanzas de mariñanos

Aunque oriundo de Foz, Juan Ramón Somoza nació en Barreiros donde su padre era maestro. Estudió en el Seminario de Mondoñedo y se casó con una mujer de Ribadeo como recuerda en Mi aldea publicado el 10 de mayo de 1908 en Aires da miña terra.

Fue miembro del Partido Republicano Federal y uno de los Exiliados da Utopía que marchó a Cuba cuando el general Pavía acabó en 1874 con el Sexenio Revolucionario, uno de los pocos periodos de la historia de España en que la nobleza y el clero perdieron sus privilegios y hubo de exiliarse Isabel II…

En Cuba conoció a Curros Enríquez, entonces Redactor Jefe del Diario de la Marina. Y ya nunca salió del periodismo. Fue redactor de ese periódico, redactor jefe de Galicia y colaborador de La AlboradaAlma GallegaAires da miña terra o El Eco de Galicia.

De vuelta a Lugo, trabajó en El Norte de Galicia, colaboró en El RegionalEl NoroesteLa Ilustración Gallega y Revista Gallega y formó parte de la Redacción inicial de El Progreso. Ahí desarrolló lo mejor de sí mismo y consolidó el popular personaje de Pelúdez

Escribió los libros Horas de ocio, en 1905, dedicado a Curros; Miscelánea, en 1908; Serpentinas, en 1910; Semblanzas en 1915; Mis devociones, en 1920 y una Guía de Lugo. Entre sus semblanzas más notables destacan las del notario ribadense Leonardo Cuervo, el maestro focense Salgado Toimil, el farmacéutico y escritor de Viveiro, Pla Zubiri, el poeta Noriega Varela, el diputado de Lourenzá, Sebastián Solla, o el fundador de El Progreso, Purificación Cora. Somoza, uno de los grandes periodistas de Galicia, murió en Lugo en 1927.

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