¿Qué fue de… Minerva Bermúdez?

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Fue de las primeras mujeres taxistas que hubo en A Mariña, pero antes ya había pasado por diferentes trabajos durante su estancia en Londres

Su paso por Londres le abrió las puertas del mundo laboral, pero fue en Barreiros en donde encontró su verdadera vocación. Esta extaxista jubilada nunca tuvo miedo a la vida ni al que dirán. Con 18 años dejó su casa en busca de un futuro y, cuando regresó, se lanzó a coger plaza de taxista a pesar de no ser algo habitual en una mujer. También destacó en la faceta de activista por su oposición a la ecoplanta que pretendía instaurar la Xunta en Barreiros a finales de los años 80, y todavía hoy mantiene esa faceta acudiendo a las movilizaciones por la subida de las pensiones.

Con la mayoría de edad recién cumplida, Minerva Bermúdez hizo lo que tantos jóvenes hicieron en los años 60. Así fue como dejó atrás su familia para poner rumbo a Londres en busca de trabajo. “Aquí las cosas no eran fáciles y en casa no había recursos para estudiar, así que no me lo pensé y me fui en busca de un futuro”, dice esta taxista jubilada. Confiesa que fue totalmente una aventura irse a un país extranjero “en el que no conoces el idioma” con la idea de que las cosas iban a ser como en su Barreiros natal.

A pesar de no conocer el idioma, supo desenvolverse sin problema para encontrar trabajo

Hasta ese momento su viaje más largo había sido a Ribadeo, “donde vivía una tía mía”, añade. Sin embargo, eso no fue un freno para esta atrevida mujer. Con las manos vacías y sin saber inglés, allí aterrizó Minerva, en pleno centro de Londres, con las pilas cargadas.

Doce años estuvo en tierras británicas antes de volver a Galicia. Durante ese tiempo trabajó en un hotel haciendo las camas, primero, y como camarera, después. “Les dije que tenía experiencia como camarera, pero enseguida me pillaron”, apunta Bermúdez. Sin embargo, relata, entre risas, que el cocinero le enseñó lo que tenía que hacer y que esa misma noche, ya parecía una profesional.

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Minerva Bermúdez

La vuelta a España fue como la ida, “entre lágrimas”, confiesa. La insistencia de su madre y el apego que seguía teniendo Minerva hacia su familia la impulsaron a dejar Inglaterra en otra irrefrenable decisión. De esta manera regresó, en 1978, a una España totalmente cambiada y entrada en la democracia, que en poco se parecía a la que había dejado atrás.

Los primeros años los pasó cuidando de su madre y, cuando esta falleció, “pretendía volver a Londres”, pero se le presentó una nueva oportunidad que, sin duda, era para ella. Sabía que encontrar trabajo con 40 años no iba a ser fácil, por lo que se lanzó de nuevo a la aventura y cogió plaza de taxista. Ahora recuerda esa época con añoranza, pero sin olvidar que “el taxi te hace esclavo. Son 365 días en los que tienes que trabajar a cualquier hora”.

Asegura que el taxi es un trabajo muy esclavo con el que disfrutó mucho y al que volvería sin pensarlo

A pesar de no ser común ver a mujeres al volante de un taxi, Minerva Bermúdez no se dejó llevar por los prejuicios. “Me gusta conducir y hablar con la gente”, dice. “Cuando bajaba de vacaciones venía siempre en coche, así que no me lo pensé dos veces“.

Con el tiempo fue ganando una clientela fija. Recuerda que hacía viajes por toda España y Portugal. Sin embargo, lo que más le gustaba era recoger a gente joven cuando volvía de fiesta. “Los jóvenes son alegría. Iban en el taxi contando anécdotas y con la música que les gustaba puesta a todo volumen”, añade con nostalgia.

Ahora va a hacer cinco años que vendió su licencia para disfrutar de la jubilación. Una jubilación “impuesta por la edad y no por las ganas”. A pesar de tener más tiempo libre, asegura que no le sobra tiempo. Todos los días saca a sus cuatro perros a pasear y, cuando no, se relaciona con la gente en la calle o participa en movilizaciones en busca de lo que considera justo.