Levo toda a vida aquí e nunca vin algo semellante

PEPA LOSADA

«Imos mollar os pes». Desde 1999, cuando recalaron en Barreiros, siempre que pueden -casi a diario-, Julio y Concha cumplen con el ritual de descalzarse, cruzar la playa de Arealonga y mojar los pies en el Cantábrico. «Non hai médico mellor», dice Concha. Desde hace una semanas repiten el trayecto, pero serpenteando entre miles de guijarros y cantos rodados, los que ha descubierto el mar con los últimos temporales. Arealonga está irreconocible. Muy poco queda de la playa que fue estandarte de Barreiros, donde ondeaba la bandera azul y donde cada mes de julio, el día de Santiago, se modelaban en su arena centenares de figuras en el certamen internacional de castillos. «Está todo perdido», sentencia Concha. Su marido la corrige: «Que lle deixen facer ao mar, que igual que leva, tamén trae».

Por el paseo marítimo avanza distraído otro matrimonio, vecinos de Lugo que frecuentan Barreiros. Manuel Castro, apunta: «De dous anos para acó é moito… algo debe estar pasando». «Se queren manter á xente algo terán que facer», añade su esposa, Pilar. Javier Díaz, operario municipal y jefe de los socorristas de Barreiros, se encoge de hombros: «Contra a natureza non se pode… algo de area xa meteu o mar, pero hai que esperar». Su sentencia es clara: «Non creo que se recupere».

Mari Sol Rodríguez, propietaria del restaurante A Yenka, situado a pie de playa, se lamenta: «Levo toda a vida aquí, 45 anos, e nunca vin algo semellante». Y negando con la cabeza concluye: «En decembro, Arealonga estaba preciosa… pero agora xa non se vai rexenerar».